Vista normal Vista MARC Vista ISBD

Conversación en la Catedral Premio Nobel 2010 Mario Vargas Llosa [Texto impreso]

Por: Vargas Llosa, Mario, 1936-.
Tipo de material: materialTypeLabelLibroEditor: Lima: Punto de lectura, 2010Edición: 1a. ed. 2a Reimp.Descripción: 727 p. 19 cm.ISBN: 97861124568718.Tema(s): Literatura peruana -- Novela | Escritores peruanos | Literatura peruana -- Siglo XXResumen: Resumen: Los hechos tienen como marco historia el gobierno dictatorial del general Odria, el “ochenio” (1948- 1956) en el que prevalecieron las diferentes formas que asume la corrupción del poder. Los personajes representados en esta novela provienen fundamentalmente de la diversidad de sectores, barrios y clases limeñas. Pero se extiende también a otras localidades, como chincha, Arequipa, Pucallpa, camana, Trujillo. En lima, en un bar de mala muerte, llamado “la catedral”, Santiago y Ambrosio inician la conversación que traerá apetitos y frustraciones para imbricarlos en la construcción monumental que conforma el discurso narrativo. Las cuatro horas del encuentro se abren al registro de las peripecias que conciernen a la caótica historia privada del odriismo, ordenándola e interpretándola sobre la base de cuatro historias principales. El periodista Santiago Zavala (zabalita) y el negro Ambrosio, antiguo chofer de don Fermín Zabala, hilvanan el dialogo que viene a ser el hilo conductor de la intricada red de situaciones y personajes de la novela. En los cuatro libros que integran los diferentes planos espaciales y temporales, destacan figuras principales protagonistas que aparecen acompañados por los grupos sociales en los cuales se insertan. Periodistas, militares, políticos, hombres de negocios, matones son representados en una escala amplificadora, que se extiende hacia los diversos estratos sociales. Ambrosio y Cayo Bermúdez proceden del submundo: son hijos de delincuentes, sus infancias callejeras registran el aprendizaje de mal vivir Ambrosio se asume como un asalariado imperturbable, anulado y pasivo; encabeza hacia la lista de personajes que son continuamente despojados de sus bienes, su servilismo, su aquiescencia, su docilidad, lo vuelven material maleable, arcilla pasiva en la que se inscriben los avatares de la suerte. Cayo, por su parte, se hunde en el prostíbulo y la política sucia: llegara a convertirse en ministro del régimen. Amalia es uno de los personajes femeninos tratados con mayor detenimiento en el conjunto de la obra de Vargas Llosa. Su punto de de vista, el único femenino considerado extensamente en la novela, le otorga una inesperada riqueza: es el ojo de Amalia el que registra el burdel privado de “Cayo Mierda”, donde la “señora Hortensia”, conocida ex actriz y querida del hombre fuerte, se prepara con regularidad para la fiesta. Día a día se van levantando para la domestica, que antes a trabajado en casa de los Zavala, los velos del ceremonial privada del poder. Desde la cocina, configura la imagen de los personajes del régimen, asiste a la plenitud y a la brusca caída del poder.
Etiquetas de esta biblioteca: No hay etiquetas de esta biblioteca para este título. Ingresar para agregar etiquetas.
    valoración media: 0.0 (0 votos)
Tipo de ítem Ubicación actual Signatura Estado Fecha de vencimiento Código de barras
Libros Libros Biblioteca General y Aula Virtual del Ejército
Book Cart
PQ 8497.32 V32C6 2010 (Navegar estantería) Disponible MAIN19050136
Libros Libros Biblioteca General y Aula Virtual del Ejército
Book Cart
PQ 8497.32 V32C6 2010 (Navegar estantería) Disponible MAIN19050135

Análisis: Conversación en La Catedral incluye cuatro historias, independientes entre sí, autónomas en cuanto a estilística, narradas por un relator omnisciente, catalogadas por el análisis crítico de Carazas Salcedo (6) como un narrador extradiegético-heterodiegético, el cual, a través de disímiles técnicas como la caja china, los vasos comunicantes, los saltos cualitativos y mudas temporales, nos tienden la redada de un mundo fragmentado que retrotrae episodios del pasado en un presente trisado en bloques narrativos, a su vez, divididos en cuatro capítulos, que van posponiendo el desenlace final de los sucesos, prodigándonos así un mayor interés hasta la última línea, inclusive. La polifonía de sus múltiples personajes (Queca-Ambrosio, Don Fermín-Santiago, Cayo-Musa, como naturaleza tecnicista de la novela transcurrida en cuatro horas de conversación y ebriedad en el bar La Catedral, llamado así por la altura de sus paredes, a lo largo del puente del Ejercito, sobre el Río Rímac, entre Santiago Zavala, periodista disconforme, de clase media e integrante, en sus años estudiantiles, de las filas comunistas, que incluso publicaban un periódico, Cahuíde, y el zambo Ambrosio, quien trabaja matando perros en la perrera municipal, y que le va narrando el curso de las desavenencias acaecidas desde que salió de la casa paterna. Así, los planos temporales se intercalan en boca de los personajes, quienes, cobrando actualidad, desde el pasado nítido, durante sus más de seiscientas páginas. El retrato social, la degradación moral de esta fauna humana, durante el gobierno de Odría, Ambrosio lo va esgrimiendo a Zavalita con la destreza de un verdugo que mata sus canes interiores, y al final de volcarlo todo, se queda otra vez perdido, sin saber qué hacer en el grisáceo y horrible mundo limeño. Mario Vargas Llosa, en el centro, fotografiado por Félix Nakamura en el bar La Catedral (foto: mundo-foto.org) Mario Vargas Llosa (centro de la imagen), fotografiado por Félix Nakamura en el bar La Catedral (foto: mundo-foto.org) La historia, desde su primer bloque narrativo, va atando cabos durante todo el ladrillo de lo contado, hasta revelarnos el epílogo crucial, trágico, de sus personajes. Coyuntura que afectó a todos los estratos sociales. Represión política y corrupción experimentada en el Perú dictatorial de Odría, quien en los años 50 instauró la “Ley de seguridad interior”, que ilegalizó el comunismo y las filas apristas; el mismo que en 1950 se autoeligió en el poder, derrocando al en ese entonces presidente, José Luis Bustamante y Rivero. Estamos, en buena cuenta, ante una obra que por la destreza polifonal de su narrador autárquico, recusa simultaneidad de técnicas afloradas desde los personajes principales hasta los que conforman el último peldaño de la escala social. Los principales: Santiago Zavala, don Fermín Zavala, el zambo Ambrosio y Cayo Bermúdez se vinculan a su vez, con una innumerable gama de personajes secundarios que representan diversas escalas sociales, posición laboral, carácter, aspiraciones. En nombre de la corrupción, solapado, acechante, Odría aparece en contadas ocasiones; y más bien, delega todo su poder a Cayo Bermúdez, quien en su nombre hace y deshace con el poder endilgado en manos de quien solamente se reporta a su corrupto e inmediato superior, que le ha dado la facultad de reprimir, perseguir, encarcelar, o matar si es necesario. Los antecedentes de Cayo mierda se remontan a su natal Chincha, donde se hace de la hacienda La Flor, a la muerte de su padre, el Buitre. Rapta a Rosa para llevársela a Lima, para después abandonarla por su desaliñada presencia. Nombrado Ministro del Interior, Cayo deja atrás su mundo provinciano y reprimido; entablando relaciones con Hortensia, prostituta, bailarina y lesbiana. Bermúdez asciende en la escala social, opacando un deslustroso pasado de resentido social y discriminado, “chiquito, cara curtida y pelo amarillento”, retratado por Queta como “un impotente lleno de odio”, “un asqueroso”, tan chiquito que la parte delantera de su terno casi siempre tocaba la de adelante; nunca saludaba, y ostentaba ocupaciones que no le daban campo de pasarse un cerillo por las uñas mugrientas. Tras la revolución en Arequipa, Cayo es destituido y se exilia un tiempo en el extranjero hasta que se restituye la democracia durante el gobierno de Prado. En consecuencia, la Musa queda abandonada a su suerte. Tras regresar se asocia con la señora Ivonne, dueña de un prostíbulo reputado. Pero el salvar la deuda judicial no lo libra de su merecido moral. El gobierno manipula el sistema, los empresarios pagan cupos. Así es como don Fermín vive de suministrar pertrechos armados al gobierno, inmerso en la corrupción que manipula este sistema político. La casa de la Musa sirve para congraciar a los compañeros políticos de Cayo, compartiéndola, incluso, o pagando los favores de éstos. La represión de marchas estudiantiles y de protesta enfría la “olla de grillos” y reprime la masa obrera, amén de los ajustes de cuentas para los opositores, entrevén el bajo mundo del cual formaban parte victimados y verdugos, por honra y gracia corrompida, que no excluye al castigo a posteriori y por saldar, en las conciencias enfangadas de este caos que parte de la corrupción, para aterrizar en un cuestionamiento nihilista evidenciado en sus personajes descreídos de la metrópoli insoportable que habitan, y que sin embargo, comparten. Élites criollas con nuevas burguesías se confabulan, evidenciándose la escalada de clases sociales de todo el Perú. Serranos, cholos, zambos y criollos, departiendo a migajas el poder descomunal prodigado por la benefactora mano del “señor presidente”. La voz de Ambrosio no es la voz del negro, chófer de don Fermín, sino que revela, en el juicio de Carazas Salcedo, la voz del otro, “el sujeto que es diferente por la raza y la clase social” (7). Carazas Salcedo, cita a Todorov para designar la problemática de identidad y alteridad en el sujeto afro-peruano que compete a su ensayo a cerca de la ‘imagen e identidad’ de éste, en la que su interlocutor crucial, quien hace de narrador, de voz temerosa e historia marginal, que hacía las veces de chofer de Cayo y pareja del Bola de Oro, se muestra como carga exclusiva de prejuicios y estereotipos en el común social limeño; algo que no ha cambiado, por cierto; y más bien se ha agudizado en términos de ‘racismo solapado’, igual o más tendencioso que el directo. “Desmoronado, envejecido, embrutecido”, Ambrosio retorna a Lima tras haber buscado un mejor destino en Pucallpa, con Amalia, su mujer, hacia la muerte de la Musa, con lo que se aposta como matador de perros en la perrera municipal. Arruinado y con un pasado sangriento solventado por lo timorato de su carácter servil, miedoso, lo ponen entre la encrucijada de vuelto retorno del personaje nihilista que no sabe qué hacer con su vida, contada mientras se bebe unas cervezas en el bar La Catedral. No sólo el horizonte político experimenta la degradación de sus vastos territorios. Los sufridos protagonistas son las principales víctimas durante ese reino de iniquidad y selva enferma por la codicia, y, consecuentemente, los vicios llevados al grado de piltrafas humanas arruinadas por el agrado servil, que, paradójicamente, les corroe las entrañas, en un mea culpa aceptado. Cabe citar una apostilla crítica en cuanto a la fauna humana que recorre la novela. Más de doce provincias peruanas recorren cada uno de los mundos de estas víctimas del desmoronamiento social al que asisten.

Resumen: Los hechos tienen como marco historia el gobierno dictatorial del general Odria, el “ochenio” (1948- 1956) en el que prevalecieron las diferentes formas que asume la corrupción del poder. Los personajes representados en esta novela provienen fundamentalmente de la diversidad de sectores, barrios y clases limeñas. Pero se extiende también a otras localidades, como chincha, Arequipa, Pucallpa, camana, Trujillo. En lima, en un bar de mala muerte, llamado “la catedral”, Santiago y Ambrosio inician la conversación que traerá apetitos y frustraciones para imbricarlos en la construcción monumental que conforma el discurso narrativo. Las cuatro horas del encuentro se abren al registro de las peripecias que conciernen a la caótica historia privada del odriismo, ordenándola e interpretándola sobre la base de cuatro historias principales. El periodista Santiago Zavala (zabalita) y el negro Ambrosio, antiguo chofer de don Fermín Zabala, hilvanan el dialogo que viene a ser el hilo conductor de la intricada red de situaciones y personajes de la novela. En los cuatro libros que integran los diferentes planos espaciales y temporales, destacan figuras principales protagonistas que aparecen acompañados por los grupos sociales en los cuales se insertan. Periodistas, militares, políticos, hombres de negocios, matones son representados en una escala amplificadora, que se extiende hacia los diversos estratos sociales. Ambrosio y Cayo Bermúdez proceden del submundo: son hijos de delincuentes, sus infancias callejeras registran el aprendizaje de mal vivir Ambrosio se asume como un asalariado imperturbable, anulado y pasivo; encabeza hacia la lista de personajes que son continuamente despojados de sus bienes, su servilismo, su aquiescencia, su docilidad, lo vuelven material maleable, arcilla pasiva en la que se inscriben los avatares de la suerte. Cayo, por su parte, se hunde en el prostíbulo y la política sucia: llegara a convertirse en ministro del régimen. Amalia es uno de los personajes femeninos tratados con mayor detenimiento en el conjunto de la obra de Vargas Llosa. Su punto de de vista, el único femenino considerado extensamente en la novela, le otorga una inesperada riqueza: es el ojo de Amalia el que registra el burdel privado de “Cayo Mierda”, donde la “señora Hortensia”, conocida ex actriz y querida del hombre fuerte, se prepara con regularidad para la fiesta. Día a día se van levantando para la domestica, que antes a trabajado en casa de los Zavala, los velos del ceremonial privada del poder. Desde la cocina, configura la imagen de los personajes del régimen, asiste a la plenitud y a la brusca caída del poder.

No hay comentarios para este ejemplar.

Ingresar a su cuenta para colocar un comentario.
CONTACTOS
bibliografia@bibliotecaep.mil.pe
(01) 2513556 anexo 204
SALAS DE TRABAJO
Lunes a Viernes 8:30 a 20:00 hrs.
Sábado 08.30 a 12:00 hrs
PRÉSTAMO DE LIBROS
Lunes a Viernes 8:30 a 19:00 hrs.
Sábado 08.30 a 12:00 hrs.
UBICACIÓN
Av. Escuela Militar s/n - Chorrillos Lima 09 -
Perú
// {lang: 'es-ES'} //